martes, 12 de junio de 2018

Premio Javier Tomeo 2018 - Categoría General - Accésit


DOBLE PENA - Harold Rodríguez Torres


Había el mismo ambiente de todos los funerales: lágrimas, tristeza, ese abrazo esperado, la predominancia del color negro, en fin. En una de las sillas frente al féretro, Luis del Bosque yacía con el dorso inclinado hacia adelante, con los codos apoyados sobre sus piernas y con la cabeza descansando entre sus manos, de modo que le ocultaba su dolor al mundo. Pero todo cambió cuando todos los presentes enfocaron sus miradas hacia al dolido Luis del Bosque cuando, éste y con emoción exagerada se levantó de la silla y grito: “¡gol!”. La viuda lo miró durante un instante e indecisa comenzó a acercarse. El murmullo de los presentes no tardó en pronunciarse, adelantaban para sí lo que se sería esa inminente recriminación, el regaño, la cantaleta, el justo reproche. Cuando estuvo frente a Luis del Bosque, buscó en su oreja el diminuto audífono y lo acercó a su oído. El narrador aún elogiaba la ingeniosa jugada, el magistral pase, la impecable anotación del equipo azulgrana. La viuda chasqueó la boca, devolvió el audífono y con la voz suave, calmada se dijo así misma: “¡maldita sea!”.





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