A usted Señor Espejo, por sentirse el más sabio de todos. Por observar todo
con esos invisibles aunque gélidos ojos que dan rienda suelta a una
estereotipada sociedad. Que solo busca el placer que le da observar las
lánguidas lágrimas que por el rostro caen a aquellas personas que se refugian
en él. Que destruye la felicidad y que le cuesta reconocer que solo es un
objeto.
A usted, que deja y ve morir a los suicidas. Que observa y refleja crímenes
con su fría inmunidad hacia dichas situaciones. Por ser rey del narcisismo.
A usted Señor Espejo, por limitar la creatividad y forjar cadenas de
esclavitud. Que moldea guerras. Por reírse de los pobres. Que le gusta que le
observen durante horas y criticar sin pensar en los otros; solo en sí mismo.
Sí, a usted es al que hablo; que deseo que se pudra. Que seamos nosotros
los que le lancemos escupitajos en vez de al revés, que le golpeemos con palos y
piedras. Que lo hagamos mil pedazos y que nos liberemos de las esposas para
que, por una vez por todas seamos libres de hacer lo que queramos sin
preocuparse por el qué dirán.
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